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Censo 2024: envejecimiento, natalidad y migración

Juan Pablo Ramaciotti

Juan Pablo Ramaciotti

Director Ejecutivo

Centro de Políticas Migratorias

El País, 11 de abril de 2025

Para que el aporte demográfico que representa la migración tenga un impacto realmente positivo, es fundamental apostar por políticas que potencien la integración

Los datos que recientemente dio a conocer el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sobre el Censo 2024, muestran que el índice de envejecimiento de la población ha aumentado drásticamente en el país. Si en 2017 por cada 100 personas de 0 a 14 años se registraban 57 personas de 65 años o más, esa cifra aumentó a 79 para el año 2024. De los 18,5 millones de personas censadas, 17,7% tienen 14 años o menos, mientras que un 14% se ubica en el tramo de 65 o más años. Por otra parte, la tasa de fecundidad en Chile se registró en 1,16 hijos promedio por mujer, una de las más bajas a nivel mundial.

Esta situación puede significar mayor presión sobre los sistemas de seguridad social y pensiones, escasez de fuerza laboral y dificultades para impulsar el crecimiento económico. Ante este escenario, la migración supone una importante oportunidad pero también desafíos relevantes. Según estimaciones del INE y el Servicio Nacional de Migraciones, la población migrante de 0 a 14 años representa un 11% del total de extranjeros del país, mientras que el grupo de 65 años o más alcanza apenas un 3,8%. A partir de estos datos, el índice de envejecimiento de la población migrante llegaría a 35, menos de la mitad de la población total del país. Adicionalmente, hay que considerar el aporte de la migración a la tasa de fecundidad. Si bien aún no están disponibles los datos del último Censo sobre esta materia, el último anuario de estadísticas vitales del INE muestra que en 2021 el 17,4% de los nacimientos en Chile correspondieron a madres extranjeras.

Con todo lo anterior, para que el aporte demográfico que representa la migración tenga un impacto realmente positivo en el país es fundamental apostar por políticas que potencien la integración de las personas extranjeras y los chilenos hijos de migrantes. Los hogares migrantes con menores de edad presentan peores tasas de inasistencia a establecimientos educativos y mayores índices de pobreza. La irregularidad migratoria de niños y niñas migrantes sigue siendo alta, debido en gran parte a las trabas administrativas para tramitar sus visados. Los trabajadores extranjeros, si bien tienen tasas de ocupación más altas que los chilenos, presentan niveles de informalidad y precariedad laboral preocupantes. El capital humano de los extranjeros que llegan al país se desaprovecha, lo que se refleja en niveles muy altos de subempleo por calificación. En materia de inclusión y convivencia, hemos observado cómo la percepción hacia la población inmigrante ha empeorado constantemente durante los últimos años y las políticas para facilitar la integración a nivel barrial han quedado al debe.

La inmigración puede ser una buena noticia para Chile si somos capaces de establecer políticas que promuevan la regularidad migratoria, la formalidad laboral, la integración social y una convivencia armoniosa. Eso requiere de políticas que potencien los aportes de la migración al desarrollo, instituciones eficientes en la gobernanza migratoria y liderazgos políticos que se atrevan a mirar la migración de manera integral y no sólo los aspectos vinculados a la frontera y la seguridad.

Es posible vivir en un país con mejores niveles de integración, si aplicamos políticas migratorias basadas en las necesidades de las personas, entendiendo que somos una población intercultural, diversa, con distintas miradas y perspectivas. Sin embargo, eso sólo será posible con más voluntad y eficiencia, desde el sector político, las organizaciones, las comunidades y el Estado en su conjunto, con una hoja de ruta clara, con políticas basadas en evidencias y necesidades del Chile actual.

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